El 27 de Marzo del 2021 Alejandro “Bebo” Ochoa desapareció de la manera más extraña, según relató un testigo que se encontraba con la víctima ese sábado vieron a dos personas encapuchadas cerca de la casa de la víctima y decidieron interceptarlas.

Según relato el testigo, Ochoa se acercó a estos hombres y fue reducido, luego lo cargaron en un vehículo y se lo llevaron.

El 2 de abril los canes de la policía encontraron el cuerpo en una obra en construcción a 900 metros del sitio donde había sido visto por última vez.

Los restos fueron llevados a la morgue judicial de Concarán para la revisión preliminar, efectuada por el Médico Forense, Dr. Gustavo Lafourcade.

El perito informó que el cuerpo se encontraba en estado de descomposición, había sido mutilado, tenía una mordaza de tela ceñida a la boca y otra en el cuello. En este último, observó una herida cortante que comprometía totalmente la tráquea y grandes vasos sanguíneos.

Conforme a las fuentes consultadas, Jesús Alejandro Ochoa, de 35 años al momento del deceso, vivía solo en la casa de campo perteneciente a su familia, ubicada en la zona rural de Cortaderas. Fue el lugar donde habitó durante su infancia, y que quedó en desuso cuando se mudaron al pueblo.

De las entrevistas surgió también que, en el último periodo, Ochoa se había dedicado al cultivo de marihuana y que, poco tiempo atrás a su desaparición, el propio Alejandro y un familiar vieron a dos hombres merodeando por el lado sur de la vivienda en horas de la noche.

En esta semana, el expediente fue remitido en vista a la Fiscalía de Instrucción N°1 de la Tercera Circunscripción, desde donde adelantaron que solicitarán nuevas medidas para el esclarecimiento del hecho.

La familia nunca encontró una respuesta por parte de la Justicia, ni acompañamiento del Gobierno de San Luis en todo este tiempo.

Hay una fuerte crítica a la investigación, partiendo desde el día que encontraron el cadáver de Ochoa hasta estos días.