Estos últimos días el Gobierno de la Provincia de San Luis anunció un batallón de obras para la Villa de Merlo.

Después de una larga agonía, y unas cuantas varias gestiones que no se lograba, finalmente parece ser que (gracias a la campaña política) vamos a tener agua.

Las principales obras están relacionadas con:

  • Agua
  • Repavimentación de Ruta 1 y Camino de Cerro de Oro a Carpintería
  • Obras de infraestructura escolar, donde tenemos la Escuela Generativa, fuertemente cuestionada por los docentes
  • Centro de Convenciones y Parque del Sol
  • Hospital Ambulatorio
  • Construcción de 50 viviendas
  • Centró Cívico
  • Refacción Integral del Parque Recreativo

No es de extrañarse ni el momento del anuncio de las obras, ni que los plazos y ejecuciones concuerden con las próximas elecciones políticas, si hay algo que siempre supo hacer bien este Gobierno es campaña, una campaña mediática y de edificios bonitos y vacíos totalmente financiado con nuestros recursos.

Según la información que surgió de la Cuenta de Inversión del año 2021, la provincia de San Luis destinó $ 1.242.993.020 en concepto de pauta oficial, sin considerar los gastos en publicidad de las empresas y sociedades del estado, organismos descentralizados, autárquicos y demás entes del Estado Provincial.

Todo dinero que podría ser utilizado, en quizás, se me ocurre, ofrecerles una “infraestructura digna”, como piden los cirujanos pediátricos del Policlínico Regional Villa Mercedes.

A buena hora de estas obras, porque de verdad, al menos las rutas y el agua son una necesidad imperiosa en nuestra localidad, muy baja la política desfachatada de un Gobierno reconocido a nivel nacional por sus manejos sucios con las necesidades de la gente.

Pese a esto, el común de la gente de Merlo entendió como funciona, leyendo los comentarios en redes, en los medios merlinos oficialistas del Gobierno Provincial, observé el enojo de muchos merlinos con Rodriguez Saa por anunciar obras con plazos concordantes con la campaña política, parece que de a poco el Faraón va perdiendo adeptos y al menos en una de las ciudades más grandes de la provincia no va a poder tenerla tan fácil. Estamos acostumbrados a sus destratos, a su falta de empatía y al considerarnos “rebeldes”, simplemente por pedir una democracia y no un autoritarismo.