“Disfrutando mi libertad. Gracias a todos los que me ayudaron en este duros momentos. Namasté”; publicó Gustavo.
Gustavo Coria, el reconocido referente de El Trapiche que presidió y formó la ONG Asociación Cannábica Esperanza de Vida, vivió una odisea de terror en Egipto, donde estuvo detenido 72 horas por llevar consigo aceite de cannabis que utiliza por afecciones de su salud. Ahora ya liberado, compartió su vivencia con El Diario de la República.
“Yo no sabía que el aceite era ilegal, al igual que una crema que hago para mi rodilla. Ellos creían que lo fumaba”, manifestó.
De acuerdo a lo que comentó, actualmente concreta un viaje por diferentes países donde, por un lado, conoce culturas, cumple sueños y al mismo tiempo, en algunos sitios comparte experiencias y saberes orientados al estudio del cannabis. En medio de eso, su paso por Egipto, adonde llegó para disfrutar del turismo y la tradición, arrancó con una experiencia para el olvido.
En el aeropuerto lo detuvieron las autoridades. Lo desnudaron, lo revisaron y ahí comenzó lo que Coria definió crudamente como “el baile”, en referencia a una verdadera pesadilla de película.
“Estuve encerrado en una celda de tres metros por tres metros y medio. Yo fui el noveno o décimo que entró; en total, éramos unos quince detenidos. No me dejaron bañar, impedían que me llegara comida. Pasé tres días tétricos; un calvario. Pero gracias al Consulado, desde donde actuaron apenas se enteraron de la situación, todo pudo pasar. La Embajada argentina se portó muy bien, acudieron en todo sentido y eso me transmitió tranquilidad en el encierro; por eso le agradezco a José Flores (ministro consejero de la Embajada)”, relató.
Coria jamás imaginó que el aceite que consume por dificultades de su salud iba a llevarlo a un escenario tan complicado. Las estrictas normativas de aquel país lo llevaron a sufrir una detención muy fuerte. Si bien no recibió golpes, prácticamente fue torturado psicológicamente. Aseguró que el cónsul quiso sacar una foto y le quitaron el teléfono. En ese nivel de tensión, se avizoraba lo peor.
“Por mi pelo y mi cara, imagine cómo me trataban. Es como poner a varios perros con un gato, nunca me hicieron bajar la vista. Lo peor que hay para ellos es que alguien los siga mirando a los ojos cuando gritan o insultan. No sé qué me decían. Lo único que me advirtieron, para lo que me pusieron un traductor, es que hay penas capitales para asesinos y traficantes. Me querían meter como traficante, pesaron 250 gramos de aceite. Me decían cosas de la horca”, señaló.
“Ingresé el día domingo, fui preso alrededor de las 6 de la tarde. Y el martes al mediodía fui liberado, cuando me pudieron llevar a la fiscalía lo más inmediato posible, que acá es muy difícil. El fiscal nos atendió ahí nomás. Estaba con todas las pruebas, había enviado todo al laboratorio para analizar y llegó a la conclusión de que lo consumo por salud, que no lo llevaba por narcotráfico. Me declaró en libertad pero seguí por 24 horas más detenido. Me llevaron a las 11 a la fiscalía y a las 11 del día siguiente salí de la prisión del aeropuerto; una de las más crueles para mí”, indicó.
Coria compartió que cuando finalmente pudo estar frente a la Gran Pirámide de Guiza —un anhelo de tantos años— no pudo contener las lágrimas y la emoción: muchas sensaciones encontradas; fue algo alucinante.
Ahora seguirá unos días más en aquella nación. El viaje arrancó el 17 de junio, cuando fue al País Vasco; allí estuvo en el cumpleaños de un amigo y se quedó por una semana aproximadamente. Luego, fue unos días a Israel, donde tenía que hablar de cannabis. Estuvo en Jerusalén y conoció los rincones más especiales desde el punto de vista histórico y religioso, donde confluye el devenir cultural de las tres grandes religiones monoteístas: el Islam, el Judaísmo y el Cristianismo.
Visitó el Muro de los Lamentos, recorrió la zona que se atribuye a la resurrección de Cristo. Incluso conoció el pesebre, en Palestina. Luego, fue a Estambul y posteriormente hizo un recorrido por diferentes sectores a lo largo de 3.200 kilómetros. Pasó por varias localidades y hasta ahí fue un viaje soñado. Lo sigue siendo, pero claramente la detención en Egipto fue un momento horrible.
“En Israel, por ejemplo, me demoraron por 4 horas pero me dejaron ingresar; entendieron la situación. Lo que pasa es que ahí están adelantados. De hecho, hace unos 58 años atrás el profesor israelí Raphael Mechoulam determinó la estructura del THC. Hubo un entendimiento, me sellaron el pasaporte y pude ingresar”, precisó.
Tras su estadía en Egipto, tomará camino a Jordania, Grecia y Tel Aviv (donde se encontrará con un reconocido cultivador argentino). Para el 26 de agosto se irá a Ibiza y luego regresará a Madrid, para volver a la Argentina.
Para poder continuar el viaje de la mejor manera para su salud, tuvo que requerir un asistente médico para que lo medique con medicina tradicional.
“Me dieron un derivado de la morfina y también neumoterol, que es un puff para el asma. Así que ya me recetaron todo para viajar tranquilo. Los días que estuve detenido no me dejaron tomar el aceite porque era una prueba para la Justicia. En un momento, por mis dolores, les pedía pastillas aunque sea para el dolor de cabeza o estómago, pero se reían y me gritaban. Fue algo que me dejó muy marcado; pedí asistencia de psicólogo. Hoy ya no me hace falta, superé esa presión. Estoy muy agradecido de la gente de San Luis. Es una alegría contar que estoy libre y que seguiré disfrutando el viaje”, mencionó.
“Mi trabajo en los últimos años ha sido desmitificar la planta, la mal llamada marihuana, de la que se puede sacar muchísimo provecho. Muchas personas pueden seguir con calidad de vida. Desde la Asociación Cannábica Esperanza de Vida está el ejemplo del papá de Anita, quien venía con 18 pastillas con epilepsia y autismo. Ahora pudimos bajar a tres pastillas”, concluyó.