El Centro de Historia de la Villa de Merlo, recordó la fatídica mañana del 3 de febrero de 2003, dónde la intensa lluvia se filtró por una falla estructural de la iglesia y provocó la caída de la torre y el campanario

Centro de Historia de la Villa de Merlo:

“En la mañana del 3 de febrero de 2003 la intensa lluvia se filtró por la fisura que separaba desde un año atrás la vieja torre de la capilla.

Desde tempranas horas la gente comenzó a reunirse frente a ella para observar el triste espectáculo. Ante la mirada atónita de muchos a las 11,20 hs. la torre y el campanario se desplomaron cayendo sobre la galería mientras las campanas sonaban por última vez despidiéndose”.

El relato de Alfredo Ferreti, Foto Rei:

“Cuando descubrí la grieta en la capilla histórica, detrás del cristo Crucificado, advertí del peligro.

Preocupado por esta situación, visité la capilla en muchas oportunidades para fotografiar las grietas que iban creciendo.

En la parte posterior de la torre se notaba más la falla de la estructura. Quizás porque en la última refacción de 1992, cuando se quitó la habitación contigua no se tomaron los recaudos necesarios.

Pasó más de un año, por la grieta que poco a poco iba separando la torre de la nave, se filtraron todas las lluvias, sin que se intentara hacer nada.

Así llegó la mañana del 3 de febrero. Llovía como nunca y las radios comenzaron a anunciar el derrumbe. Tomé la cámara y bajo la lluvia me planté en la parte posterior, a mi juicio la más débil, para fotografiar los instantes finales de la torre. No obstante, rogaba para que resistiera.

Foto Rei con su cámara capto todas las imágenes

Cuando los revoques se desprendieron en grandes planchas blancas, dejando ver los adobes oscuros, mojados, comprendí que era el final. Y en los pocos segundos que siguieron logre tomar estas fotografías, en una secuencia cargada de dramatismo, como un testimonio que no permita el olvido. Me faltó una, cuando el campanario, en su caída queda casi en ángulo recto. Pero no pude más… la tristeza y desolación de ese momento me inmovilizó.

Estaba ante el hecho irremisible, que habíamos temido durante tanto tiempo. El tañido final de las campanas completó el duelo. Y de allí en más todos fueron lamentos, lágrimas y tardíos reproches.

He comentado a mis amigos que la torre fue buena hasta para caerse, no quiso hacer daño a nadie. Yo soy testigo que en tramo final, giró levemente para evitar la secretaría de la Parroquia. Si dejó sobre su techo la cruz, como un símbolo.

De su figura alta y blanca, solo quedaron soledad y barro (con palabras del poeta Agüero) y una herida oscura en la pared del templo. Hasta los adobes, que tenían por lo menos un siglo, habían prácticamente desaparecido, vuelto a ser barro original”.

Tito Batista, un querido vecino de la Villa Turística