Las billeteras electrónicas son un preciado botín: tienen millones de clientes en la Argentina y, apuntaladas por el boom de los pagos digitales y los avances en “Transferencias 3.0”, se consolidaron como uno de los medios más utilizados para abonar.

Además, dentro de estas plataformas funcionan opciones de inversión muy sencillas que estimulan a los usuarios a dejar su dinero allí para “ponerlo a trabajar” y que no pierda valor, en el marco de una economía en la cual tener la plata durmiendo en una caja de ahorro es muy mal negocio.

Este sistema propone alternativas para obtener una renta y disponer del dinero inmediatamente ya que si bien no alcanzan a empatarle a la inflación (95% anual en 2022), le permiten al ahorrista contar con su plata enseguida e impiden que sufra un desgaste mayor por el alza de precios.

Por ello, es habitual que estas billeteras tengan fondos disponibles, algo que buscan los estafadores para concretar sus delitos de manera efectiva ya que el desarrollo de canales digitales además de facilitar la gestión financiera, también estimula nuevas formas de cibercrimen.

Los estafadores emplean formas muy innovadoras y sumamente eficaces para lograr sus objetivos. El fraude combina herramientas tecnológicas y esfuerzos de ingeniería social para manipular y engañar a la víctima.

El intento de estafa más común comienza con un ciberdelincuente que se hace pasar por asesor o integrante de la mesa de ayuda de la empresa. Así, lo contacta al cliente mediante un mensaje por WhatsApp o llamada telefónica, por lo que es clave no confiar en la foto ni descripción del WhatsApp del número que los contacte, ya que acondicionan ese canal para hacer más convincente el engaño, una modalidad conocida como phising.

Billeteras digitales: cómo te “marcan” los criminales

Los estafadores están a la pesca” en redes sociales, observando si alguien pregunta algo en las cuentas oficiales de las billeteras digitales e inmediatamente lo contactan por privado para “asesorarlo”.

Se hacen pasar por un empleado de la compañía, pero las verdaderas intenciones son robarle los datos a su presa y guiarla para comprometerle la cuenta.

Nunca un asesor real o alguien de la mesa de ayuda te va a pedir que cambies la clave o que le des un código de verificación, o que realices acciones en tu cuenta, como transferir dinero.

En general, el fraude se ejecuta iniciando extracciones, retiros o pagos de las cuentas de las víctimas, con el pretexto de otorgar servicios o beneficios en una corta ventana de tiempo para evitar la reacción de la víctima.

En la mayoría de las ocasiones, se emplean páginas de medios de pago con opción de ser efectuados a través de servicios de dinero electrónico o transferencias a cuentas pertenecientes a titulares cuya identidad ha sido fraguada o suplantada.

Billeteras digitales: cómo evitar los ataques

La primera acción que recomiendan las compañías y los expertos en ciberseguridad consiste en cambiar de inmediato la contraseña de la plataforma vulnerada desde los canales oficiales y hacer la denuncia en la comisaría o fiscalía más cercana.

Los ataques de phising se incrementaron 200% en los últimos años y existen cifras inquietantes sobre esta modalidad:

• Representa el 45% de los incidentes con probabilidad de generar perjuicio económico

• Su tasa de efectividad es del 40%

• El 75% de los damnificados entrega todos los datos

Es importante remarcar que varios expertos y compañías fintech como NaranjaX, señalan que dos de cada diez usuarios de billeteras virtuales y tarjetas ya fue víctima de una estafa.

Las principales empresas financieras advierten que, por seguridad, ante cualquier actividad sospechosa que detectan, proceden a inhabilitar la cuenta para resguardar la información y el dinero del cliente, la cual sólo podrá ser desbloqueada por el usuario.

En el caso de Mercado Pago, aconsejan habilitar todos los factores de autenticación posibles. Si está habilitado reconocimiento facial, el atacante no tendrá forma de ingresar a la cuenta atacada.

Billeteras digitales: quién se hace cargo ante una estafa

A pesar de que existe cierto vacío legal en cuanto a diferentes tipos de fraudes, esta actividad seguirá aumentando y la cuestión de quién es responsable de las pérdidas se está convirtiendo en una preocupación cada vez más seria.

Los bancos generalmente están obligados a reembolsar en los casos en que el defraudador inicia el pago ilícito. Pero aquellos en los que la víctima lo hace, generalmente han podido evitar la responsabilidad.

Si bien no existe un sistema que garantice la eliminación total del cibercrimen, la multiplicidad de mecanismos de seguridad aumenta las chances de combatir estas situaciones y brindar mayor seguridad. Entre estos, se destaca:

• Biometría: se basa en comparar las características físicas y patrones de comportamiento de un individuo para confirmar su autenticidad.

• Soft-token: sirve como segundo factor de autenticación al ofrecer un método adicional de validación mediante una contraseña de un sólo uso u OTP (One Time Password)

• Notificaciones push: facilitan un doble control, pues solicitan su aprobación por medio de mensajes de texto, email o notificaciones en la misma app

Los fraudes evolucionan y tienen éxito al explotar el miedo, la ansiedad y la disposición de sus víctimas a confiar en mensajes que parecen provenir de fuentes oficiales.