Esta especie de guiso tiene su origen en la época prehispánica. No sólo se consume en Argentina, sino en varios pueblos andinos con algunas variaciones en sus recetas.
En Argentina, el locro es la comida típica de las fechas patrias por excelencia. No obstante, el origen de este plato se remonta a la época prehispánica y se consume, aún en la actualidad, en varios pueblos andinos con algunas variaciones en su receta.
Es sabido que varios de estos pueblos basaban su dieta y recetas en los frutos que daba la tierra, siendo los más abundantes y comunes el maíz, los porotos, el zapallo y la papa.
Hoy, aunque la variedad de recetas se ha diversificado, los pueblos andinos conservan invariables dos aspectos: la base vegetal y el lento proceso de cocción.
La mayoría de las recetas de trascendencia mundial ha surgido por tres causas: la guerra, la pobreza o la inmigración. El locro no es la excepción.
Los historiadores coinciden en afirmar que este plato es de origen quechua, y fue expandiéndose desde el Alto Perú hacia el sur del continente. Ya para 1810 cada país del territorio lo consumía y hasta había hecho variaciones logrando su propia receta.
El guiso se volvió un caballito de batalla en las guerras ya que cumplía con la triple función de calmar el hambre, costar poco y aportar gran cantidad de calorías para mantener a los soldados bien despiertos.
En zonas o épocas de mucho frío, cumplía también el cometido de dar calor por ser un alimento sumamente sustancioso.
El locro requiere paciencia para su preparación, tiempo para su cocción y nunca se contempla solo un plato por comensal.
Odiado por unos y amado por otros, siempre será una excusa para compartir en familia o con amigos y levantar la copa al grito de ¡Viva la Patria!