La inteligencia artificial hace referencia a sistemas informáticos que buscan imitar la función cognitiva humana a través de máquinas, procesadores y softwares con el objetivo de realizar tareas de procesamiento y análisis de datos.
En términos sencillos, se trata de máquinas diseñadas para razonar, aprender, realizar acciones y resolver problemas. La IA integra un diseño de programación que es capaz de almacenar información sobre determinada área para convertirla en conocimiento e implementarla en el día a día de la actividad humana.
La IA abarca desde softwares —como asistentes virtuales, motores de búsqueda o sistemas de reconocimiento de voz y rostro— hasta sistemas integrados —como robots, drones y vehículos autónomos—.
¿Cuáles son los tipos de inteligencia artificial?
- Máquinas reactivas: es un modelo simple que busca reproducir el comportamiento humano a través de acciones que reaccionan a estímulos. Su rol es de respuesta, no de aprendizaje.
- Memoria limitada: también son máquinas reactivas, pero con algo de memoria, lo que les permite aprender datos y tomar pequeñas decisiones. Este tipo de IA se aplica a sistemas de reconocimiento facial y chatbots, por ejemplo.
- Teoría de la mente: se trata de uno de los modelos más innovadores de IA, pues busca comprender mejores interacciones como las emociones, necesidades y reflexiones propias del humano. Amerita estudios y su proyección es a futuro.
- Autoconciencia: aunque solo es un concepto y no hay creaciones concretas de este tipo de IA, la autoconciencia plantea que las máquinas, más allá de replicar un comportamiento humano, podrían ser capaces de pensar y actuar de manera autónoma, siendo conscientes de sí mismas.
¿Para qué sirve la inteligencia artificial?
La inteligencia artificial se ha utilizado en distintos campos como la robótica, las ciencias de la computación, las finanzas, la salud, los sistemas de transporte autónomos, el mundo de los videojuegos y las comunicaciones. En estos entornos, las máquinas son capaces de manejar grandes cantidades de datos que les permiten desde identificar y comprender comandos verbales e imágenes, hasta realizar cálculos y acciones complejas con una gran rapidez.
Estos sistemas, en consecuencia, sirven para percibir su entorno y relacionarse con él, así como también para que actúen con un objetivo específico, después de una recopilación y procesamiento de datos muy exhaustiva. Es decir, se trata de tecnología aplicada para la solución de tareas en el mercado.
Algunos ejemplos de cómo se aplica la inteligencia artificial en diferentes sectores:
- Personal: asistencia a través de smartphones, tabletas y ordenadores.
- Informático: garantías de ciberseguridad.
- Productivo: ensamblaje y automatización en fábricas y laboratorios
- Financiero: detección de fraudes.
- Climático: reducción de la deforestación y el consumo energético.
- Sanitario: identificación de factores genéticos que anticipen la detección de enfermedades.
- De transporte: fabricación de vehículos autónomos e inteligentes.
- Agrícola: anticipación de impacto ambiental y mejora del rendimiento agrícola.
- Comercial: pronóstico de ventas.